Sapa, Vietnam: los hmong, la etnia olvidada

José Luis Meneses

La etnia de los hmong, de origen chino, vive hoy dispersa por el continente asiático y también por otros lugares del mundo, como en California, en los Estados Unidos. Antes de la guerra de Vietnam la población hmong, de más de tres millones de almas, vivía principalmente al sur de China y en lo que era Indochina, hoy, Vietnam, Laos y Camboya. Los hmong tenían fama de ser audaces, valientes y aguerridos y, muchos de ellos, fueron reclutados por la CIA para combatir en operaciones especiales durante la guerra. No les hicieron ningún favor “forzándoles” a posicionarse contra sus vecinos y tras caer Saigón en 1975 en manos del ejército vietnamita, los hmong se vieron obligados a huir a otros países, entre ellos a los EEUU y, los que no pudieron hacerlo, se escondieron en las altas montañas o fueron perseguidos y exterminados. Hoy, el concepto que se tiene de esta etnia ha cambiado y en parte se debe a Clint Eastwood que, en la película “Gran Torino”, pone en valor la empatía, la inclusión del diferente y la multiculturalidad. Pero no lancemos las campanas al vuelo porque, como dijo Sancho Panza, «la miel, no está hecha para la boca del asno».

 

1. Mapa (1)
Sapa, Norte de Vietnam. Imagen: J.L. Meneses 

 

Para los hmong asentados en las montañas del norte de Vietnam y para otras etnias como los dao, tay, giay… adaptarse a los lugares que emigraron fue más fácil que para los que se alejaron de su hábitat natural en el que, sin perder las propias singularidades, compartían cultura, clima, alimentación o un idioma conocido que facilitaba el entendimiento, la adaptación y la convivencia. Por otro lado, instalarse en aldeas en las altas montañas lejos de las grandes ciudades les permitió mantener sus ocupaciones tradicionales: el cultivo del cáñamo y del añil con los que confeccionaran sus llamativos vestidos batik; laborar los campos y cuidarse de los animales para proveerse a alimentos; cuidar de la familia, recoger leña, cocinar o acudir al mercado para vender sus telas, la bisutería de plata que les protege del mal, o la venta de fruta y otros productos del campo. Hoy, si queremos acercarnos a la cultura hmong tenemos que viajar al continente asiático. 

 

2. etnia hmong
Etnia hmong, Sapa. Fotografía: J.L. Meneses 

 

Un lugar recomendable para entrar en contacto con estas etnias es viajar a Sapa, sentarse en la plaza y esperar que las mujeres hmong como la de otras etnias de las diferentes aldeas de la provincia de Lao Cai, bajen de las altas montañas, entre ellas la del Fansipan de más de tres mil metros de altura, a vender los productos que cultivan, los tejidos y complementos que confeccionan o a proveerse de lo necesario. Tanto en el mercado como por las calles y plazas, las ves transitar con sus churumbeles enganchados como lapas a sus espaldas o sentadas junto a sus grandes cestos en los que transportan la mercancía. Ataviadas con sus vestidos y complementos tradicionales bordan, a la vista del viajero, con sus típicas puntadas cualquier trapo que caiga en sus manos. Sus bolsos, gorros y otras prendas y abalorios encuentran una buena salida sobre todo cuando los turistas acuden durante la temporada alta, entre mayo y septiembre. 
 

3. tren
“Tren jaula” de Hanoi a Sapa. Fotografía: J.L. Meneses 

 

Viajé a Sapa en un tren nocturno, no demasiado cómodo pero muy económico, que sale de la estación de Hanoi, la que fue capital de Indochina, y llega a Sapa a primera hora de la mañana. Los trescientos kilómetros que separan ambas localidades también pueden recorrerse en autobús, alquilar un coche o una moto, pero la experiencia no es la misma. Puestos a tenerla, lo recomendable es hacerlo en uno de esos trenes en los que viajan ellos y en los que, aparcado el recato, le dan al sarao un rato que puede durar las ocho horas que dura el trayecto. Durante los últimos años el gobierno vietnamita ha ampliado la red y mejorado sus trenes incluyendo compartimentos con cama, vagón restaurante, sobre todo en aquellos que se dirigen a destinos turísticos como es el caso de los que van a Sapa. En la estupenda web “El hombre del asiento 61” (www.seat61.com), puede encontrarse amplia información sobre trenes, horarios, precios… y no solo de los de Vietnam, sino prácticamente de cualquier país del mundo.

 

4. Sapa plaza
Plaza del centro, Sapa. Fotografía: J.L. Meneses 

 

Sapa es una ciudad de la provincia de Lao Cai, en el noreste de Vietnam y a muy pocos kilómetros de la frontera con China. Se encuentra a los pies del Fansipan, el monte más alto de Indochina y a mil seiscientos metros sobre el nivel del mar. Dicen sus habitantes, que el clima de las cuatro estaciones ellos lo disfrutan en un solo día: por la mañana, el clima es suave y florece poco a poco como en nuestra primavera; al mediodía, ardoroso, como en verano; por la tarde, colorido y manejable como en otoño y por la noche, llevadero como nuestro frío de invierno. La ciudad, se encuentra rodeada de altas montañas pintadas con un verde bosque oscuro salpicado por una luz que clarea las cabezas de sus árboles. Sus laderas, se funden con el espectacular verde manzana de unas terrazas de arrozales que atraen a viajeros de todo el mundo. Y, todo ello, baja un cielo azul impoluto por el que transitan nubes blancas que el viento va moldeando y regalando soleadas y sombras a lo largo del día. No se requiere el más mínimo esfuerzo para conectarse con la naturaleza, quedarse extasiado y entregarse a la meditación. Es uno de esos momentos en los que uno recuerda la canción de Violeta Parra “Gracias a la vida que me ha dado tanto…” en la que se refiere a la naturaleza, la candor, la sencillez…, es decir, a todo aquello que no tiene una etiqueta con el precio. 
 

 

5. terrazas
Terrazas de arroz de Lao Chai. Fotografía: J.L. Meneses 

 

Los lugares para alojarse en la animada ciudad o en sus alrededores se han incrementado de manera sustancial durante estos últimos años debido al continuo incremento de turistas motivados por la cultura y por viajar a un lugar seguro, acogedor y de gran belleza, quizás, el más bonito de Vietnam. Quién iba a saber que esa maltratada región y sus habitantes, iban a convertirse, además de en un lugar de paz y de armónica convivencia, en un fuente importantísima de ingresos. Hay hospedajes para todos los gustos y para todos los bolsillos, desde 4 a más de 100€ la noche y en todos, no te pierdas lo importante, una cama para dormir y un lugar donde asearte. Desde luego en moneda vietnamita el precio es para asustarse, están entre los 99.430 y 2.485.760 dongs la noche, por lo que no me extrañaría que, no estando despejado del todo, decidieses dormir en la calle. Todavía recuerdo el dolor que sentía en la entrepierna cuando daba 25.000 dongs de propina, alrededor de 1 euro y esperaba que me devolviesen el cambio, digo yo, que menos que 1.000 dongs, es decir unos 0,04 céntimos, hubiera tenido para… 
 

 

6. Sapa calle
Sapa. Fotografía: J.L. Meneses 

 

Una parte importante de la ciudad fue construida a principios de siglo XX durante el periodo colonial francés. Destaca la iglesia de Nuestra Señora del Rosario, en el centro de la Sapa, frente a la amplia explanada en la que se celebran actividades culturales y festivas, y cerca del Centro de Información Turística y del museo de Lao Cai, en el que se exponen objetos, películas y documentos que explican la cultura de los diferentes grupos étnicos. Otro de los atractivos de la ciudad, además de sentarse y ver pasar las horas en compañía de esta gente entrañable, son los mercados: el sábado, acuden los de la etnia Dao con su sombrero o pañuelo rojo sobre la cabeza y pasan toda la noche cantando canciones de amor; el domingo, van los hmong que, como los Dao, se divierten con bailes, cantos, tocando la trompeta y teniendo sexo, si se tercia, hasta la mañana siguiente. 
 

7. mercado
Mercado hmong. Fotografía: J.L. Meneses 

 

Recorrer los alrededores de Sapa por tu cuenta y a tu aire es una experiencia que no tiene precio. Se puede hacer sin problemas alquilando una moto, el medio más utilizado por los vietnamitas para trayectos cortos y si te pierdes, siempre hay gente dispuesta a echarte una mano. Alquilar una moto pequeña puede costar entre los cinco y los diez euros al día, o menos si tratas con un particular. Con ella y a tan solo 2 km de Sapa te plantas en la aldea de Cat Cat, de la etnia hmong. A los pies de sus casas se encuentran numerosas terrazas donde cultivan arroz, base de su alimentación, y también algodón y lino con los que elaboran sus vestidos y otras prendas. Un kilómetro más hacia el norte está la cascada de Tien Sa y, a tan solo 17 km la aldea de Se Seng en Ta Phin, situada en un precioso espacio natural y rodeado de cadenas montañosas. 
 

8. Entorno
Entorno de Sapa. Fotografía: J.L. Meneses 

 

Son muchos más los lugares en las proximidades de Sapa que se pueden visitar y no sería justo dejarlos de mencionar en este breve artículo. Si se dispone de tiempo, estará bien aprovecharlo para subir a la montaña de Ham Rong, desde donde se disfruta de una vista panorámica de Sapa; a la cima del Fansipan, a más de tres mil metros de altura, con guía hmong escalando durante unos tres días o cómodamente en teleférico; acercarse a la aldea de Lao Chai, a unos 7 km, situada en un ancho valle para disfrutar del verde de las terrazas de cultivo, del aroma y del color de las rosas que florecen de marzo a noviembre y que junto con los melocotoneros, ciruelos y almendros, conforman un paisaje de extraordinaria belleza; a la Cascada de Plata, con una caída de más de doscientos metros o la del Amor, a tan solo 4 km de Sapa y a la que se puede legar por un camino de tierra atravesando un bosque de bambú y arbustos de flores de variados colores. Para quien no haya llegado al éxtasis, cosa que dudo, le ayudará a conseguirlo si, al regresar a Sapa, se deleita con la variada gastronomía de la zona. 
 

9. cascada
Cascada de Plata. Fotografía: J.L. Meneses 

 

En fin, con el paisaje y las flores que embellecen esta nueva primavera que disfruto en las altas montañas de los Pirineos, cierro este nuevo artículo complacido por haber podido volver a disfrutar del viaje que realicé hace algunos años y que sigue procurándome agradables momentos, posiblemente mejores porque, reposado lo vivido y madurado lo sentido adquieren, como los macarrones gratinados, una textura y un sabor más agradable. Como siempre, espero que las imágenes y el vídeo que acompaña a este artículo sean del agrado del lector y más en estos momentos en los que la guerra, los asesinatos, la pandemia, la vuelta al trabajo tedioso, la subida de precios, los impuestos y las lindeces de los políticos, entre otras muchas penalidades, le ponen a uno “al borde de un ataque de nervios” .
 



 

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