Karateca Putin: “Stop the war in Ucrania”, grita la Rusia democrática

José Luis Meneses

“Es extraña la ligereza con la que los malvados creen que todo les saldrá bien”

Víctor Hugo


Después de pasar sus años de infancia practicando las artes combativas de Karate Kid, principalmente el “salto de cigüeña”; de jugar por las calles al escondite entrometiéndose en vidas ajenas; de identificarse con el aguerrido bolchevique Strélnikov, uno de los protagonistas de la película “Doctor Zhivago” y harto de tomarse bocadillos a medias en el apartamento comunal en el que vivía en Leningrado, hoy San Petersburgo, Vladimir Putin, “el niño malo de fría mirada”, decidió, una vez superados los cursos de doctorado en la KGB, que el muro de Berlín sería lo último que vería caer y que a partir de ese momento sería él el protagonista de los derribos. Con tal propósito fue creciendo en su carrera al frente de “Derribos Putin” hasta que alcanzó el poder y de él, no lo mueven ni las urnas. Pero el autarca se equivoca y como bien dijo el hispanorromano Máximo Décimo Meridio al despiadado Commodo «tus días de gloria muy pronto verán su fin, César». Eso espera el mundo civilizado.


1. mapa

Mapa de Rusia y países limítrofes. Imagen: J.L. Meneses


Rusia es el país más grande del mundo y precisamente porque es tan grande tiene fronteras hasta con el lavabo de mi casa. Espero, que cuando el déspota de Putin oiga sonar la cadena del váter, no piense que está amenazada su seguridad y me meta un supositorio con ojiva nuclear. Dado que “la teoría del dominó” en el ámbito de la política ha ido perdiendo adeptos e ineptos, el susodicho, no va a tener más remedio que sufrir la descomposición y desmembración de su imperio imaginado y la de su propio “ego”, que le impide ver lo equivocado que está. Como con el iluminado Adolf Hitler y otros de su calaña, muchos sufrirán las consecuencias de sus actos criminales, como está sucediendo en Ucrania y como ha sucedido a muchos pueblos a lo largo de la historia, pero la “guerra de Putin” acabará y Rusia, liberada de esta larga etapa de bolcheviquismo trasnochado, se convertirá en un país hermano que, por llevar en su ADN el ingrediente de la multicultural, jugará un papel importante entre oriente y occidente. Pero no será hoy, será mañana, cuando Rusia deje de estar en manos del abominable hombre de las nieves, porque el pueblo ruso como el ucraniano y otros muchos, aspiran a vivir una vida plena en democracia y libertad. Pongamos en valor el “stop war” a Putin que escenificó la periodista rusa Marina Ovsyannikova, la voz silenciada del pueblo ruso, un pueblo acogedor que conocí cuando atravesaba el país de punta a punta desde San Petersburgo hasta la lejana Siberia.


2. plaza

Plaza Vosstaniya, San Petersburgo. Fotografía: J.L. Meneses


En Catalunya Press publicaron un par de artículos que escribí sobre Rusia, concretamente sobre NóvgorodSiberia, en esta ocasión lo haré sobre San Petersburgo, la ciudad en la que nació y creció Vladimir Putin, una ciudad para aprenderse y aprender, pero en la que él no aprendió ni siquiera las normas básicas de humanidad y convivencia. Hoy, mi querida San Petersburgo la hago más mía que nunca, con la pluma y sin tirar ni fósforo ni bombetas.


Era mediados de un frio mes de enero cuando llegué de noche al aeropuerto internacional de Púlkovo en San Petersburgo. Un taxi me llevó directamente al albergue “Whose Suitcase?” (¿De quién es la maleta?), situado en la plaza Vosstaniya, distrito de Tsentralny, en el corazón de la ciudad y en el que se encuentran muchos lugares de interés a los que podía acudir a pie. En la misma plaza también se encuentra la estación de metro Plóshchad Vosstániya, la de varias líneas de autobuses y la de tren, Moskovsky, desde donde sale el “Flecha Roja” hacia Moscú. También, la famosa avenida Nevski parte de esta plaza y te lleva, entre otros sitios, a la Catedral de Kazán, a la Iglesia del Salvador Sobre la Sangre Derramada, a la Catedral de San Isaac, al Museo Hermitage en la Plaza del Palacio, el Almirantazgo, al río Neva...


3. calle Nevski

Avenida Nevsky. Fotografía: J.L. Meneses


La ciudad de San Petersburgo, también llamada Petrogrado y Leningrado, se fundó a principios de 1700 durante el reinado de Pedro el Grande, uno de los zares más importantes de la dinastía Romanov. Se casó por segunda vez con Catalina I, su sirvienta, que gobernó Rusia tras la muerte de su marido. San Petersburgo fue la capital de Rusia en un periodo en el que el país ansiaba modernizase y acercarse a Europa, pero el 6 de noviembre de 1917, después de la abdicación del zar Nicolas II, los bolcheviques, a las órdenes de Lenin, asaltaron el Palacio de Invierno e implantaron el régimen comunista. San Petersburgo, perdió la capitalidad y pasó a denominarse Leningrado. Espero que Putin respete su denominación actual, porque “Puntingrado” es una “putingrada” para esta hermosa ciudad. Nicolás II fue el último Zar y él y su familia, mujer e hijos, fueron fusilados en Ekaterinburgo. Desde luego, no fue un buen comienzo y parece que la vía de los procesos sumarísimos y de las ejecuciones inmediatas sigue siendo la preferente de los gobiernos rusos, supongo que se debe a las arengas de Mao Tse Tung: «Todos los comunistas tienen que comprender esta verdad: el poder nace del fusil»


4. palacio y hermitage

Palacio de Invierno. Museo Hermitage. Fotografía: J.L. Meneses


Hay quien viaja a San Petersburgo con el único propósito de visitar el Palacio de Invierno, situado en la Plaza del Palacio y frente al edificio circular sede del Estado Mayor antes de trasladarse a Moscú. En ese palacio, que fue residencia oficial de los zares rusos, se encuentra hoy el Museo Hermitage, uno de los más grandes e impresionantes del mundo y no solo por las obras que expone: de Rembrandt, Leonardo da Vinci, Murillo, Velásquez, Rubén…, sino también obras de la antigua Grecia, Roma, Egipto, China, Irán… y todo ello, en unas 400 salas de diferentes tamaños y estilos, de un edificio barroco isabelino de más de 15.000 metros cuadrados, con 1.500 habitaciones, 1.786 puertas, 117 escaleras… y de una belleza extraordinaria. Desde este Palacio, construido entre 1.754 y 1.762, se gobernó bien y mal un país que ocupaba una sexta parte del mundo y a millones de personas.


5. hermitage

Entrada al Palacio- Museo. Fotografía: J.L. Meneses


De las numerosas iglesias que hay en la ciudad, la del Salvador sobre la Sangre Derramada es la más conocida y, como el museo Hermitage, se ha convertido en un símbolo de San Petersburgo. No hay viajero que no tenga en su agenda la visita a esta singular iglesia que Alejandro III mandó construir en el lugar donde un grupo revolucionario, “la voluntad del pueblo”, colocó una bomba que envió a su padre al reino de los cielos. Quizás sea la más visitada por el hecho de que la forma y la fachada del templo se diferencian de las otras iglesias de la ciudad y porque nos transporta a un pasado y aun estilo típicamente ruso. Tanto la ornamentación exterior como la interior es espectacular y el colorido de su fachada luce más con el sol del mediodía, cuando la nieve abandona sus cúpulas en primavera y cuando desmontan los andamios. En su corta historia, ya que solo cuenta con 139 años, ha pasado por buenos y malos momentos. En ella se ha rezado, se han almacenado patatas y otras hortalizas, se ha utilizado como almacén de un teatro y hasta fue bombardeada en la Segunda Guerra Mundial, aunque la bomba no llegó a explotar. Hoy, después de tantas bolchevicadas, el agua vuelve al cauce del rio y, en la iglesia de San Salvador, se hace lo que en cualquier otra iglesia: rezar y embriagarse con su belleza.


6. san salvador

Iglesia del Salvador sobre la Sangre Derramada. Fotografía: J.L. Meneses


Si la sangre derramada del padre Alejandro III fue el motivo por el que se construyó la Iglesia del Salvador, el Palacio de Invierno se transformó en el Museo Hermitage porque la zarina Catalina I tenía afición, entre otras cosas, por las obras de arte. Cuando se recorre San Petersburgo uno se encuentra en cada lugar que visita con algo que lo convierte en singular. La forma semicircular de la Catedral de Kazán con sus más de cien columnas y diferente a todas las otras iglesias, recuerda la plaza de San Pedro de Roma y no se construyó así por casualidad sino con el objetivo de aproximar las iglesias ortodoxa y católica. En la Iglesia de San Pedro y San Pablo se encuentran las tumbas de los Romanov, está situada en el interior de una fortaleza que Pedro el Grande levantó junto al río Neva, en Isla de las Liebres, una isla, en la que los bolcheviques, al grito de “¡viva el terror rojo!”, detuvieron y ejecutaron, sin juicio previo, a todo aquel que no comulgaba con sus principios revolucionarios.


7. kazan

Catedral de Nuestra Señora de Kazán. Fotografía: J.L. Meneses

 

Tampoco uno puede abandonar San Petersburgo sin visitar la catedral ortodoxa de San Isaac construida en el siglo XIX. Se encuentra en la plaza del mismo nombre, cerca de la avenida Nevski y del Museo Hermitage. Es muy visitada por su cúpula dorada, una de las más grandes del mundo y, desde ella, puedes disfrutar de unas vistas panorámicas de la ciudad. Las pautas ideológicas de cada época, muchas de ellas antirreligiosas, han estado presentes a lo largo de los años y, hoy en día, además de celebrarse servicios religiosos importantes, la catedral de San Isaac es un museo con paredes de oro y bronce, columnas de malaquita y lapislázuli, suelos de mármol que alberga mosaicos y numerosas esculturas de ángeles, arcángeles, apóstoles y otras pinturas religiosas. También, en la actualidad, se celebran exposiciones, conciertos, conferencias y actividades científicas.


8. san isaac

Catedral y Museo de San Isaac. Fotografía: J.L. Meneses


El viajero que decida visitar San Petersburgo encontrará muchos más lugares históricos de los que aparecen en este breve artículo. Quizás, sean los más visitados, pero no los que más interés pueden despertar ya que las preferencias no son iguales en todos los viajero. Por ejemplo, la iglesia ortodoxa de Nuestra Señora de Vladimir, cerca de la estación de tren de Moskovsky, se la menciona poco y sin embargo, durante los años del comunismo soviético fue la sede de una biblioteca antirreligiosa, cosa que no debió sentar nada bien a Dostoievski, uno de los escritores más destacados de la Rusia de los zares que acudía a ella para rezar y probablemente también para reflexionar sobre la estupidez humana. Menos mal que no la prendieron fuego como a muchas de nuestras iglesias durante la Guerra Civil y que él, cuando sucedió, ya había emprendido viaje a los reinos de otro mundo.


9. iglesia vladimir

Iglesia ortodoxa de Nuestra Señora de Vladimir. Fotografía: J.L. Meneses


Para finalizar, recomendaría al viajero que no solo utilice el metro para sus desplazamientos, sino que dedique toda una mañana a conocerlo. Estoy convencido de que disfrutará con la belleza de la mayoría de sus 67 estaciones, algunos las llaman “los palacios del pueblo”, distribuidas en un recorrido de más de cien kilómetros. La de Admiralteyskaya, es la más profunda del mundo y en la líneas M1 y M5 están las más bonitas. Sirva de ejemplo este rincón de la céntrica estación de Pushkinskaya que además conecta las líneas 1 y 5 mencionadas. En fin, la ciudad de San Petersburgo se encuentra entre las ciudades más bellas del mundo, llena de contrastes que nos aproximan a su historia, a su cultura y a sus tradiciones.


10. metro

Estación de Pushkinskaya. Fotografía: J.L. Meneses


No puedo cerrar este artículo sin expresar al pueblo ucraniano mi afecto más profundo y mi deseo de que pronto vuelva la normalidad a las calles de ese gran país europeo que es Ucrania. Tampoco puedo cerrarlo sin despedirme del mismísimo diablo: «Karateca Putin, eres un peligro para la humanidad entera y si hacer daño a Ucrania es execrable, hacérselo a tu propio pueblo es el colmo de todos los colmos. ¿Eres consciente de ello? Mi respuesta es que sí, porque la maldad anida en tu cerebro y en tu gélida alma de pseudocomunista trasnochado, mientras, vas acumulando más riqueza que la que tuvieron todos los zares a lo largo de la historia. Muchas personas, incluidos tus conciudadanos, van a sufrir las consecuencias de tus actos y yo, no voy a contribuir a ello. Por eso escribo este artículo sobre mi Rusia y no la que tú maltratas, roja flor que mal naciste, con el objetivo de que el lector te culpabilice a ti y no al país o a su gente. Karateca Putin, abandona el poder, el país, el continente y demás reinos de este mundo. La humanidad no se merece este infortunio histórico. Presidente Putin, ¡váyase usted a la mierda!. 





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